sábado, 11 de septiembre de 2010

Crónica del bajista: Barraques de Lliki de Mun'

Bueno, ya llega otra crónica tergiversada de las que suelo hacer. La que nos atañe es de ayer mismo, si un jueves. El concierto era conjunto con mis amigos de La Limoncello, con los comparto una buena y larga amistad, por lo que era doblemente especial para mi. Además en Lliça de Munt, que está al lado de mi casa, vamos, que no llega a ser en jueves y hubiese sido perfecto.

La jornada para mi empezó levantándome a las cinco menos cuarto, ya que esta semana he estado de turno de noche, y me había acostado a eso de las nueve de la mañana. Una experiencia nueva, esto de hacer un bolo con el horario cambiado, la sensación es como tocar al mediodía. Tenía bastante energía, cosa de la que me arrepiento ahora, porque me duele todo el puñetero cuerpo, quien me mandará moverme. No podré ser como la mayoría de bajistas, que se quedan quietecitos al lado del batería, en su azulejo y sin apartar mucho la mirada del bajo, para tan siquiera mover el cuello. Maldigome.
Continúo, recién levantado me suena el móvil. Era Flores, el bajista de los limones, que necesitaba mi ampli y que donde estábamos. Obviamente yo no tenía ni idea de que habían convocado a las dos bandas a diversas horas, ya que nosotros teníamos cita a las seis, y ellos a las cinco ya estaban probando. Además de que el ampli de bajo estaba en el local de Lloret del Mal y lo tenían que traer el resto de la banda en la furgoneta.
Bueno, como los bajistas tenemos este recurso tan curioso de pasarnos por línea y directamente a monitores, se pudo salvar el asunto. Cosa que no quita el patinazo tanto mío como de Joel (gambitero).
Después de esto, a buscar a Katie a Bellaterra y camino a las Barrakes de Lliça. Oh, que sorpresa al llegar allí. Que equipazo. Un escenario cojonudo (que luego vimos que es un escenario portátil, ya que es un trailer), unas pedazos de mesas, una para fuera y otra de monitorizaje, unas PA que sorprendían por lo pequeñas que eran y lo bien que sonaban. Nada, comenzamos las pruebas que fueron un poco atípicas, ya que tuvimos que montar los cacharros de percusión de Iván, que como se lo monta el mismo, no nos resultó nada fácil (además de que la prueba de percu la hizo Facu, alias “Fuck You”, ya que Iván estaba en la uni todavía). Además las pruebas las hicimos sin guitarra alguna, ya que Alfred terminaba de currar a las cinco en Begur, y se reunía con Hector en Girona para venir juntos. Vamos, que no fueron nada convencionales, y sumando el hecho de que, estando al lado del río, los simpáticos mosquitos tigre se alimentaron a base de bien con sangre SkaRockera (que divertidas son de rascar sus picadas), dieron un resultado de tarde divertida.

Después de esto, nos cominos unas tapillas y unos pedazos de bocata en la barraca de los amigos de la Ass. de vecinos de Can Costa, a los que quiero dar las gracias por algo que contaré después. Fueron llegando los compañeros de La Limoncello, unas cervecillas y a tocar. Como es lógico, siendo un jueves laborable (excepto en Lliça) de septiembre, pues no había mucha gente, aún así, hubo más de la que me esperaba. El concierto, como siempre, dándolo todo (los dolores de mi cuerpo pueden atestiguar que no miento). Esta vez no me han dejado contar ningún chiste, me han vetado completamente, además de haberme echado del grupo por que no me siguieron en el corte de DNI (en el que hice el papel de guardia civil, y al no estar preparado, me dejaron solo XD)… pero bueno, me han echado pero no me voy que a pesado no me gana nadie.

Después nuestro subieron los limones a dar su contundente espectáculo, y como no, lo petaron. Como nota especial de su concierto, los gorros de Mano Negra (escamot de fiesta mayor de Mollet al cual pertenezco) que lucieron Diego y Gabi (teclas y violín respectivamente y también miembros de MN.) y el cumpleaños de Arnau, del cual me olvidé mientras estaba yo en el escenario para felicitarlo.

Después del concierto, la mayoría de la banda se fue, solo quedamos Alfons (que se quedaba a dormir a mi casa) y yo. Cosa obvia, ya que el resto estaba a un mínimo de 40 minutos en coche de sus casas y el día siguiente era laborable. No voy a contar mucho de lo que hicimos allí de fiesta la gente de La Limoncello, Alfons, yo y unos cuantos amigos más, pero os puedo decir que fuimos los últimos en abandonar Lliça esa noche. Tubo que venir la policía a echarnos. Gracias, ahora si, a la gente de la barraca de Ass. de Veins de Can Costa, por aguantarnos, siendo literalmente la última barraca abierta, que nos sirvieron todos los GinTonics del mundo a buen precio, que aguantaron nuestros cánticos, gritos, y desvariaciones varias.

Hasta la próxima mangurrianes.